Como la ola
tenaz
que
arremete
contra la
orilla
mi abrazo
es incesante,
pero aunque
me derramara mil veces
no podría
conmoverte
pues frenas
mi asedio
con conchas
y arena
y vuelvo a
postrarme,
mi
inmensidad contra la tuya,
pero tú me abates
me
repliegas
anulas toda
humedad y desaparezco
bajo tus
fauces.
Y sólo
queda la espuma.
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