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martes, 24 de octubre de 2017

POEMA PARA THERMOMIX









Esta noche, mientras salgo de vinos,
he dejado programado un poema en la Thermomix.

A mi cargo solo queda la cuestión de programación
y de pesaje.

Quiero un poema que adelgace, libre de calorías,
tan solo tres o cuatro rimas asonantes. Si lo cargo
demasiado tendré que programar la máquina
más tiempo, y saldrá un poema denso,
y costará comerlo y digerirlo. No tenía metáforas
por la nevera, pero pienso que un par de comparaciones
son más ligeras. Tampoco abusaré de los adjetivos,
y si son muy rimbombantes, (los compré congelados
y al peso) los paso por el juego de cuchillas
y los mezclo en la Varoma con unos cuantos nombres.

La mariposa mezcladora -que dicen que es para postres-
le dará el toque estilístico que necesita mi poema,
Allí pongo metonimias, hipérbatos y aliteraciones
-las sobras de otros días, lo que llaman ropa vieja-
Y ella amasa silenciosa como un ejército de hormigas
hasta formar una crema delicada y compacta de
exquisita presencia.

Mi robot es tan perfecto, que lo puedo programar
para aplicar ritmos dactílicos o yámbicos según la ocasión.
Y por el mismo precio, (el precio de cuatro o cinco vinos)
mientras mezcla y emulsiona me corrige cualquier fallo
de escansión,
aunque esta noche no estoy para florituras poéticas,
ni estructuras rígidas,
pienso que una prosa rítmica con alguna anáfora
me vendrá bien para conciliar el sueño, pues
hace tiempo que me vengo desvelando
con la cuestión poética,
sueño que quiero alcanzar mis versos
que se asoman a un abismo
se resbalan en mis dedos
y terminan estrellados contra el suelo.



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dos libros, tres pinturas, cuatro flores