Caen los días
y se
desdoblan.
Desde el
cauce del origen
van cayendo
ciertos,
esponjosos.
Pero luego
se apelmazan
en la línea
de montaje
como
polluelos indignos
de su
propia existencia
hasta
desembocar
en un
embudo macabro
donde
mueren.
Hay días
gratos y canoros
que los
cazamos al vuelo.
Esos tienen
tajada,
les sacamos
lustre
y al álbum.
Pero aún
corre más
la cinta
transportadora
de los días
mellizos
que
nuestras manos ansiosas,
y los más
de ellos se esfuman,
y mueren
sin desplegar sus alas,
y nos dejan
el vacío
y el
ultraje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario