las hortensias del
patio sur.
Un macetero roto
rueda a merced
del viento,
exhibiendo raíces
que ya no arraigarán.
Huye la luz de este
páramo desierto
que vuelve a ser la
casa. Yace seca
la comida en el
cuenco del perro.
extremo norte del
patio sur,
y a ratos se deslizan
ingrávidas
en un baile sin
derrotero cierto.
En las desgreñadas
paredes
laten inscripciones
ilegibles.
Hubo en otro tiempo
hortensias
de vivos colores, de
nombres
indescifrables de la
mejor
paleta del pintor.
Pero
la mordida del tiempo
se clava en el muro
de piedra
y su epitelio de
nácar.
Solo el cartel
llamativo de un banco
pionero
en la venta de pisos
ilumina este erial
blanquinegro:
Procede
de embargo
tiramos
los precios
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